VI. CÉRVIX
6.1 Anomalías Congénitas
6.1.1 Cérvix Bífido
El cérvix bífido o didelfo es una anomalía congénita en la cual, el
canal cervical presenta una membrana que lo divide en dos, dándole el aspecto
de ser doble. Esta patología es causada por un gen autosómico recesivo con
penetrancia incompleta, y expresividad inconstante en los animales.
Este tipo de anomalías congénitas mayores ocurre de manera más
frecuente en el cérvix, que en los demás órganos tubulares del tracto
reproductor de las hembras, además de afectar de manera más frecuente al ganado
bovino que a otras especies domésticas. El desarrollo de esta anomalía es
debido a la persistencia de una porción de las medias paredes de los conductos
de Müller, destinadas para desarrollarse en el cérvix (Smith, 2002; Trigo, 1998).
Esta duplicación del canal cervical puede ser completa o parcial;
siendo la duplicación incompleta, la que ocurre de manera más frecuente,
abarcando la porción que comunica el cérvix con la vagina; pudiéndose extender
en la vagina, desde unos milímetros hasta unos centímetros, pero raramente
ocuparán la longitud entera de la misma.
A pesar de todo esto, las hembras
afectadas pueden llegar a concebir después de un servicio natural o si fueron
inseminadas artificialmente a través del cérvix, y del cuerno uterino
ipsilateral al ovario que este ovulando en ese momento.
El efecto en la fertilidad del animal (vacas sobre todo) no es
importante, ya que esta condición no aumenta la incidencia de aborto, distocia,
nacidos débiles o retención de placenta en aquellas hembras que presentan esta
patología. El único problema que presenten las vacas con cérvix difelfo, son
que no quedarán gestantes, si se deposita el semen en el canal cervical
contralateral al ovario que este ovulando en ese momento.
En cerdos, se encontró que la incidencia de cérvix doble era muy baja;
y en ovinos se han reportado casos sencillos de cérvix doble. También se han
reportado casos de cérvix didelfo parcial en una yegua Clydesdale de 4 años de
edad (Galina y Valencia, 2006;
McKinnon y Voss, 1993;
McEntee,1990).
6.1.2.
Aplasia Segmentaria
del Cérvix
Se denomina aplasia segmentaria del
cérvix, a aquellas alteraciones en el desarrollo –subdesarrollo- o la total
ausencia del cérvix en una hembra. Estas anomalías son raras en todas las
especies de mamíferos domésticos, excepto en los casos de freemartinismo
bovino, y hermafroditismo en todas de las especies (Galina y
Valencia, 2006;
McGavin, et,. al, 2001; Rebhun, 1995).
Esta malformación
congénita del cuello uterino puede presentarse como una lesión aislada, o ser
un componente de múltiples anomalías congénitas del tracto reproductor (aplasia
de oviductos y/o del útero), afectando la fertilidad del animal al obstaculizar
la cubrición de las hembras, ya que el semen no podrá ser depositado dentro del
útero; además de que estos animales rara vez presentan signos clínicos, a menos
que sea la esterilidad del animal.
El diagnóstico puede ser
hecho por vagino-uterograma de contraste positivo realizado durante el estro, o
laparotomía (Ettinger y Feldman, 2005; Hafez y Hafez, 2002; Trigo,
1998; McKinnon y Voss, 1993; Robinson y
Huxtable, 1993; McEntee,1990).
6.2 Inflamación
6.2.1 Cervicitis.
6.2.1.1 Cervicitis Mucosa
ETIOLOGÍA
La inflamación del cérvix en la mayoría de las especies, puede ser el
resultado de una irritación o infección primaria en el útero (endometritis) o
en la vagina (vaginitis), siendo esta infección de tipo ascendente y/o
descendente. Su causa son diversos microorganismos como: estreptococos
beta-hemolíticos, E. coli, Pseudomonas aeruginosa, Klebsiella
pneumoniae,
estafilococos, y C. pyogenes, además de Taylorella
equigenitalis en yeguas.
Otros irritantes no infecciosos pueden ser una inseminación artificial
traumática, el trauma
causado por la distocia y/o operaciones obstétricas, el
aire aspirado, la orina, las medicaciones uterinas, antibióticos, antisépticos
y medicaciones esclerosantes. La ventaja de esta inflamación es que al eliminar
el origen de la irritación de la vagina y/o del útero, nos permite resolver la
cervicitis (Reed, et. al, 2005; McKinnon y Voss,
1993).
En el caso de bovinos, ovinos y equinos, se puede presentar como una
sola lesión leve, debido
a que el endotelio secretor de moco del cérvix es más resistente a las
bacterias infectantes que el endotelio del útero y de vagina.
SIGNOS CLÍNICOS Y DIAGNÓSTICO
En hembras con cervicitis aguda se
observa una hinchazón y
edema del orificio cervical externo, la mucosa cervical se encuentra hiperémica
e inflamada, y con la presencia de un exudado catarral que
cubre a la mucosa cervical y vaginal. La mucosa cervical también se observa
relativamente delgada. El diagnóstico se basa en la observación con espéculo de
las lesiones anteriores (Smith, 2002; McGavin, et. al, 2001; Trigo, 1998; Jubb, et.
al, 1985).
TRATAMIENTO
El tratamiento se basa en tratar la
inflamación primaria (vaginitis o endometritis) en conjunto con la cervicitis.
En los casos de endometritis crónica el tratamiento incluye la evacuación del
útero mediante luteólisis con prostaglandina F2 alfa o análogos, junto con
terapia antibiótica. Además, los cultivos y pruebas de sensibilidad a
antibióticos nos proporcionarán datos auxiliares útiles. La terapia local de la
vaginitis incluirá ducha terapéutica con lavados salinos calientes, y terapia
antibiótica apropiada.
El tratamiento específico de la cervicitis primaria es a través de una
limpieza de los anillos cervicales afectados (especialmente si éstos son los
anillos externos), con preparados de yodo, o con asociaciones de yodo y
glicerol con acriflavina al 1%, y otros agentes. Para retraer el cuello uterino
y permitir el tratamiento local durante 2 semanas, se deben utilizan pinzas
cervicales (Rebhun, 1995).
Para prevenir y controlar la cervicitis, las manipulaciones y
operaciones obstétricas deberán ser evitadas. Cuando el cérvix no se dilate
correctamente durante el parto, una sección cesárea se prefiere sobre la
extracción forzada (Smith, 2002; McGavin, et.
al, 2001; Trigo, 1998; Jubb, et. al, 1985).
6.2.1.2 Cervicitis
Purulenta
ETIOLOGÍA
Este tipo de cervicitis tiene el mismo origen que la anterior, es decir
se presenta por una inflamación primaria de tipo ascendente o descendente, en
el útero y/o la vagina, pero siendo esta de un curso más crónico que la
cervicitis mucosa. La mayoría de las infecciones son debidas a Corynebacterium
pyogenes aunque a veces se encuentran infecciones mixtas en el órgano.
SIGNOS CLÍNICOS Y LESIONES
La cervicitis purulenta se manifiesta por una edematización e hiperemia
del pliegue anular caudal del cérvix. Al poco tiempo, este se protruye por el
orificio externo hacia la vagina y se acumula un exudado mucopurulento entre
sus pliegues y la vagina.
Histológicamente observamos una degeneración y una descamación
epitelial, más una infiltración por células inflamatorias, sobre todo
polimorfonucleares. Estos neutrófilos penetran en el epitelio y se mezclan con
el moco, o en casos más agudos, puede haber supuración franca en el canal cervical o en la vagina
craneal (Smith, 2002).
En el caso específico de las perras, la cervicitis purulenta se puede
desarrollar en hembras sometidas a ovariohisterectomia, observándose un exudado
vulvar que va de acuoso a purulento, o una descarga vulvar hemorrágica que
puede persistir durante meses o incluso años después de ocurrida la cirugía. Si
el útero se retira cranealmente al cuerpo uterino, el remanente del mismo puede
distenderse con exudado purulento en su interior. Esta condición puede
impedirse durante la ovariohisterectomia retirando el cérvix con el resto del
tracto reproductor (Martín y Aitken, 2000; McEntee,1990).
DIAGNÓSTICO
Puesto que las infecciones cervicales son mucho menos frecuentes que la
endometritis o la vaginitis, la enfermedad puede pasar inadvertida a no ser que
se practique una palpación rectal y/o reconocimientos periódicos con espéculo.
A la palpación podemos
encontrar un aumento en el tamaño cervical, lo que puede o no indicar la
presencia de inflamación (Smith, 2002; McKinnon y Voss, 1993).
El
reconocimiento con espéculo nos permitirá ver el cuello uterino externo de aspecto
edematoso, de color rojo oscuro, y con una secreción purulenta. La cervicitis
rara vez es causa de esterilidad por si sola. El hecho de no concebir o la
incapacidad para introducir pipetas o pistolas de inseminación a través del
cuello uterino, originan la atención del problema (Rebhun, 1995).
Generalmente la cervicitis no reviste mayor gravedad en todas las
especies, si bien en el caso de las vacas adultas con historia reproductiva de
varias pariciones, prolapso y tumefacción de los anillos cervicales puede ser
importante. Además de que los grados de prolapso resultan de la cervicitis,
pero también predisponen a la misma.
En hembras con gestaciones sucesivas se van produciendo grados leves
pero progresivos de eversión de anillos cervicales, exponiéndose la mucosa
cervical al ambiente contaminado de la vagina. Con el tiempo, la cervicitis
tiende a hacerse crónica y puede originar la induración del mismo cervix, con
alguna estenosis, pero el aumento de tamaño no es un criterio de evaluación de
esclerosis inflamatoria. Ocasionalmente las lesiones accidentales ocasionadas
durante el parto o la inseminación artificial, pueden evolucionar hacia
abscesos cervicales discretos o tractos supurativos fistulosos (McGavin,
et. al, 2001; Jubb, et. al, 1985).
VII. VAGINA Y VULVA
7.1 Anomalías Congénitas
7.1.1 Dilatación Quística
Glandular
La dilatación quística glandular se define como la dilatación y el
enquistamiento de los conductos de Gartner (remanentes de los conductos de Wolf
embrionarios) y/o de las glándulas de Bartholin, ubicadas ambas estructuras, en
las paredes laterales del vestíbulo vaginal. Esta patología se observa de
manera más frecuente, en la vaca y la cerda.
Por lo general, esta patología pasa desapercibida, mientras el o los
quistes no lleguen a tener un diámetro de 5 cm o más, que es cuando se tornan
palpables o visibles, pudiendo llegar a ser confundidos con un leve prolapso
vaginal.
ETIOLOGÍA
Las causas de esta patología incluyen
la intoxicación con naftaleno-clorados (produciendo una hipovitaminosis A), una
vaginitis aguda o un estado de hiperestrogenismo (por quistes foliculares,
intoxicación con zearalenona), en la que la metaplasia escamosa del epitelio
vaginal y el edema ocurrido por la inflamación o el estímulo estrogénico
prolongando, producen que el contenido de los conductos y/o de las glándulas no
pueda drenarse en la vagina, y se tornen quísticos (Galina y Valencia, 2006; Rebhun, 1995; Dahme y Weiss, 1984).
PATOGENIA
En si la patogenia de la dilatación
quística glandular consiste en un aumento en la producción de moco por parte de
la glándula de Bartholin, e hiperplasia del epitelio del conducto de Gartner.
Esto produce la obstrucción de los conductos excretorios, y la retención de una
gran cantidad de moco, provocando el enquistamiento de ambas estructuras, con
el riesgo de que si se llegarán a infectar, se formarían abscesos en la luz del
vestíbulo vaginal.
SIGNOS CLÍNICOS
Estos quistes pueden presentarse en la
forma de un solo quiste (de 1-2 cm), quistes múltiples o como un cauce tortuoso
en el suelo de la vagina, entre el cérvix y la apertura uretral. Esta
dilatación quística glandular, es advertida por el dueño o encargado del
rebaño, cuando observan a una hembra afectada acostada, que presenta una
estructura quística de color rosado o rojo, que sobresale a través de la
comisura vulvar, pudiendo llegar a confundirla con un leve prolapso vaginal.
Los conductos o glándulas quísticas son
blandas, lisas, y llenas de líquido, pero el daño por su exposición crónica
puede modificar su aspecto, y predisponer a la formación de abscesos en el
interior de la vagina, debido al repetido estado de prolapso y retorno al
interior de la cavidad pélvica. Al corte de estos quistes, se observa la salida
de un líquido espeso, ligeramente turbio, y mucoide.
TRATAMIENTO
El tratamiento de esta dilatación
quística glandular implica el tratamiento de los factores predisponentes de
esta patología (intoxicación con naftaleno-clorados, vaginitis aguda o
hiperestrogenismo), y la incisión con bisturí del o los quistes (McGavin, et. al, 2001;
Jubb, et. al, 1985).
7.2 Inflamación
7.2.1 Vulvovaginitis Mucosa (T.
foetus)
La vulvovaginitis mucosa es una enfermedad contagiosa, específica,
causada por un protozoario flagelado llamado Tritichomona foetus; que afecta solamente a los bovinos.
TRANSMISIÓN
La transmisión de T. foetus se produce cuando las hembras libres
de infección son montadas por machos portadores del parásito; o inseminadas con
semen proveniente de machos infectados. Pocos días después del contagio, se
desarrolla una vaginitis aguda con tumefacción vulvar y la producción de un
exudado mucoide o catarral en la vagina, encontrándose un alto número de
protozoarios en estos mismos exudados
Esta vaginitis mucosa se resuelve rápidamente, llegando a localizarse
al protozoario, en el útero y el cérvix de la hembra afectada. Después de
ocurrido esto, T. foetus aumenta su concentración en estos mismos
órganos, hasta que la hembra infectada presenta su siguiente estro, y a medida
que este mismo celo se desarrolla, el número de protozoarios va disminuyendo.
La mayoría de las vacas infectadas resuelven la infección
espontáneamente en un tiempo de 3 a 4 meses y después son capaces de quedar
preñadas y de mantener una preñez normal. Los mecanismos de inmunidad
implicados en la infección autolimitante son poco claros pero pocas vacas
quedan infectadas de modo permanente o siguen siendo portadoras. Las vacas que
han sido infectadas, resuelven la infección, quedan gestantes, y paren, pero
las que después se infectan de nuevo parece que se libran de la infección más
rápidamente, lo que indica cierto grado de reacción inmune (Andrews, et. al,
2004; McGavin, et.
al, 2001; McEntee,1990).
PATOGENIA
Después de la entrada del protozoario en el tracto reproductor de las
vacas sensibles, este instaura una infección en la vagina, asciende hacia el
cérvix, endometrio, y los oviductos, produciendo una inflamación aguda, que
altera el medio ambiente uterino y por tanto, afecta la sobrevivencia del
embrión o el feto en el mismo útero. Esto provoca, según la fase de la
gestación, la muerte y reabsorción embrionaria; o la muerte fetal, el aborto y
una piómetra (poco común) en la hembra afectada.
SIGNOS CLÍNICOS Y LESIONES
Las manifestaciones clínicas de
la tricomoniasis consisten en cervicitis y endometritis, con la consecuente
repetición de estros y servicios, llegando hasta el aborto y/o la piómetra. Las
lesiones inflamatorias del endometrio y del cérvix son relativamente leves e
inespecíficas, a pesar de que el exudado mucopurulento, puede ser bastante
abundante. La salida de exudado hacia la vagina puede ser más o menos continuo
o intermitente, y el número y la actividad de las tricomonas en el exudado
varía considerablemente en períodos cortos de tiempo. El corrimiento del
exudado puede no ser visible en la vulva.
Los abortos por tricomonas pueden producirse en cualquier etapa de la
gestación, pero generalmente suceden durante la primera mitad de la misma. No
hay lesiones fetales específicas, pero existen numerosos protozoarios
presentes en los fluidos estomacales de los fetos abortados. La placenta
abortada no aparece severamente alterada como en el caso de la brucelosis; pero
puede presentarse cubierta por un exudado mucoso escaso, blanco o amarillento,
espeso y levemente basto, y puede existir hemorragia sin mucha necrosis en los
cotiledones.
La piómetra es una de las lesiones más notorias de la tricomoniasis,
pero es una complicación poco común, destacando por la copiosidad del exudado
purulento presente, llegando hasta los 4 litros o más, y por ser acuoso,
floculento, similar al calostro, o amarronado y pegajoso, inodoro y abundante
en cuanto al número de tricomonas (Smith, 2002; Rebhun, 1995;
Gibbons, et. al, 1984).
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico requiere el aislamiento y la identificación de T.
foetus, a partir de muestras tomadas del moco de la vagina craneal de la
hembra; en los casos de piómetra, a partir del exudado purulento presente en el
útero, o a partir de el líquido ruminal de los fetos abortados.
TRATAMIENTO Y CONTROL
El tratamiento consta de la aplicación sistémica de imidazoles (como el
ipronidazol, el metronidazol y el dimetridazol), además de la administración de
antibióticos sistémicos durante varios días antes de administrar a los
imidazoles (tetraciclina de actividad prolongada o penicilina).
El control de la tricomoniasis consiste en evitar la monta natural o la
inseminación artificial de las hembras, con aquellos animales o semen que no
estén probados de estar libres de tricomoniasis. También se deberán de someter
a cuarentena a los animales nuevos en el rebaño, y se deberán de eliminar o
evitar la reproducción de aquellos machos portadores del parásito.
Las vacas infectadas se deberán
de separar del resto del rebaño, y mantener a varios meses de reposo sexual, o
inducir repetidamente el ciclo estral con prostaglandina o análogos para
provocar la eliminación de la infección (Fidalgo, et. al, 2003; Trigo, 1998;
Jubb, et. al, 1985).
7.2.2 Vulvovaginitis
Pustular
7.2.2.1 Rinotraqueítis Infecciosa
Bovina (IBR)
ETIOLOGÍA
La etiología de la vulvovaginitis pustular (VPI) en los bovinos es un
herpesvirus bovino tipo 1.2. Este es un subtipo diferente del herpesvirus
causante de IBR (en sus formas respiratoria o conjuntival), y que se diferencia
de estas mismas, por producir pústulas, erosiones y úlceras en la vulva y
vagina de las vacas. Además esta patología no es tan frecuente como las formas
respiratoria o conjuntival de IBR.
TRANSMISIÓN
El virus de VPI se transmite por la vía venérea, al momento de la monta
con un macho infectado, o por la inseminación artificial utilizando semen
infectado; o a través del contacto directo de la nariz de un animal sano, con
la vulva de una hembra infectada.
Esta última forma de transmisión de la enfermedad, es debida a que el
virus de la VPI, también produce un estado de viremia, después de entrar en el
huésped, propagándose de forma sistémica dentro del mismo (a través de los
leucocitos periféricos), para llegar a la vagina y la vulva, y producir las
lesiones. El período de
incubación de la enfermedad es corto (de 1 a 3 días), y la infección se propaga
rápidamente a través de la manada, afectando al 60% a 90% de los animales (Andrews, et. al, 2004; McGavin, et. al, 2001; McEntee,1990).
SIGNOS CLÍNICOS
Los signos clínicos de la vulvovaginitis pustular son la presencia de
pústulas en la mucosa vaginal y vulvar, que van progresando a erosiones, y
después a úlceras; además de la inflamación (hiperemia y edema) de la vagina y
la vulva, seguidas por hemorragias petequiales. Además en la vulva se hace
evidente la tumefacción y la presencia de un exudado purulento. Estos signos
son similares en el pene de los toros afectados.
La vulvovaginitis pustular se puede acompañar de signos sistémicos de
infección, como fiebre, abatimiento, e inapetencia. Las vacas que están en
lactación o bajo estrés por otras causas, son más probables de manifestar los
signos sistémicos de la enfermedad que las novillas. La enfermedad se puede
aparecer como el único signo de IBR en un rebaño o puede aparecer raramente
junto con la forma respiratoria. El aborto es una secuela posible, debida a la
septicemia y es más frecuente cuando aparecen signos sistémicos graves. Con el
VPI, los abortos pueden no ser tan frecuentes como con otras formas de IBR pero
siempre constituyen un riesgo, y cuando aparecen los abortos se pueden
presentar en cualquier fase de la gestación, siendo más frecuentes en la
segunda mitad de la gestación.
Estos signos clínicos desaparecen a los 10 a 30 días, dejando a los
animales recuperados con una inmunidad transitoria.
LESIONES
Las principales lesiones causadas por el virus, son las pústulas, que
se desarrollan en los folículos linfoides y progresan de pequeñas úlceras
(<3 mm) a erosiones que se unen entre sí. El virus de VPI afecta a la mucosa
de los órganos genitales causando un dolor considerable en los animales, lo que
hace que los animales infectados se rehúsen a la monta.
Microscópicamente el epitelio se observa con inclusiones intranucleares
eosinófilicas que sufren degeneración, seguida por una necrosis, infiltración
neutrofílica y descamación, pero sin que se presente una fase discreta de
vesícula o de formación de pústula. La lámina propia esta hiperémica,
edematosa, e infiltrada principalmente por linfocitos y células plasmáticas y
los nódulos linfoides subepiteliales se encuentran hiperplásicos.
Temprano en el curso de la VPI, las lesiones
pueden ser similares a las de una vulvitis granular, pero las lesiones producidas
por VPI llegan a ser rápidamente más severas (Smith, 2002; Rebhun, 1995; Gibbons, et.
al, 1984).
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico clínico de la enfermedad se logra mediante la
observación directa de las lesiones en los animales destinados para reproducción.
Este diagnóstico se confirma mediante la prueba de anticuerpos fluorescentes
(AF) o cultivos víricos. Si las lesiones tienen más de 7 a 10 días, el virus
puede ya no estar en las lesiones y en este caso están indicadas pruebas
serológicas (de sueros pares).
Se ha informado, sin embargo, de que la respuesta de anticuerpos
neutralizantes puede aparecer muy lentamente en las hembras afectadas. Por esta
razón, métodos de AF y de aislamiento viral también pueden estar indicados
después de la fase aguda, si la serología no proporciona información
definitiva.
Los abortos pueden ocurrir durante período de restablecimiento o ser
tardíos a lo largo de semanas después de la aparición de signos clínicos de VPI
y de otras formas de IBR. Por esta razón, las vacas que abortan
subsiguientemente, generalmente son seropositivas y pueden no manifestar una
elevación en el título en las muestras de sueros pares. Una vez que el animal
infectado se recupera, la recrudescencia del virus siempre es posible.
TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN
No existe tratamiento específico alguno, debido a que la
resolución de la enfermedad es rápida. Esta resolución deja un engrosamiento
ligero de las lesiones epiteliales, y la hiperplasia de los ganglios linfáticos
en aquellas hembras afectadas. Se recomienda el lavado de la vagina con soluciones antisépticas
diluidas y emoliente, además de suspenderse la monta entre aquellos animales
infectados, hasta que remita la enfermedad. El pronóstico de los animales para
su recuperación es excelente.
La prevención incluye el uso de semen de toros negativos a IBR, y la
vacunación contra IBR en todo el ganado bovino. Los animales jóvenes deben ser
vacunados después de que los anticuerpos maternos disminuyen; una inmunidad
adecuada se logra mediante 2 vacunaciones a intervalos de 2 a 4 semanas cuando
se usan vacunas a base de virus muertos o inactivados. A las vacas se les debe
administrar una dosis de refuerzo contra la IBR cada 6 a 12 meses de por vida
(Fidalgo, et. al, 2003; Trigo, 1998; Jubb, et. al,
1985).
7.2.2.2 Ectima
Contagioso
ETIOLOGÍA
El ectima contagioso es una enfermedad infecto-contagiosa producida por
un virus de la familia poxviridae, del género parapoxvirus, que afecta sobre
todo a los pequeños rumiantes.
EPIDEMIOLOGÍA
Esta enfermedad esta distribuida en casi todo el mundo, con excepción
de los países escandinavos y del área del Caribe, que están libres de la misma.
El ectima contagioso afecta con más frecuencia a los animales jóvenes (corderos
y chivitos), o a aquellos animales adultos, que no han sido infectados dentro
del rebaño. Aquellos animales que fueron infectados y que se recuperaron,
desarrollan una inmunidad en contra de una posible re-infección; pudiendo
llegar a durar esta inmunidad, hasta un período de 2 años después de haber sido
infectados.
El periodo de incubación es de aproximadamente 5 días, con extremos que
van desde los 2 a los 10 días. La infección con este parapoxvirus produce 3
formas clínicas de lesión diferentes: labial, podal y genital, y estas tres
formas clínicas de la infección, se pueden presentar simultáneamente, en
diferentes animales de un mismo rebaño e inclusive en un sólo animal. La
mortalidad entre los animales es mínima, oscilando entre 2-5%, en los casos
clínicos más complicados.
La transmisión se produce por contacto directo con las lesiones que se
localizan en las mucosas de la cavidad oral, nasal, vulvar, vaginal, en los
pezones, e infrecuentemente, en las patas del animal afectado.
La presentación de las pápulas, vesículas, y costras en la vulva y
vagina de las ovejas y/o las cabras, se debe al constante olfateo de la vulva,
por parte de aquellos animales, que presentan pústulas en los labios o en los
ollares nasales
(Fidalgo, et. al, 2003; Pugh, 2002; Martín y Aitken, 2000; Smith y
Sherman, 1994; Jubb, et. al, 1985).
SIGNOS CLÍNICOS Y LESIONES
Los signos clínicos que se observan en los animales infectados son
anorexia, hembras que no amamantan a sus crías, corderos o chivitos
desnutridos, y hembras que se rehúsan a ser montadas.
Las lesiones en general son una dermatitis aguda eruptiva con la
formación de pápulas, vesículas, pústulas y costras, localizadas en la mucosa
oral, nasal (labios y ollares nasales), vulvar y vaginal, en las ubres, y/o en
las patas de los animales afectados. La evolución de estas lesiones es benigna,
pudiéndose complicar, en el caso de que se produzca una infección con bacterias
oportunistas.
La existencia de estas lesiones (pápulas, vesículas, costras) en las
ubres, boca y vulva de la hembra, impiden el amamantamiento de los corderos, la
ingestión de alimento y la monta, debido al dolor que causan; llegando hasta el
punto, de producirse la muerte de las crías, y la pérdida de peso de las madres
en el rebaño.
Microscópicamente las lesiones de las membranas superficiales y las
mucosas consisten en una acantosis, degeneración de las células espinosas,
hiperplasia de las células basales, edema e inflamación granulomatosa de la
dermis.
Ocasionalmente las pápulas pueden contaminarse con diversas bacterias,
que causan abscesos afectando al tejido conjuntivo subcutáneo, e incluso de
forma muy esporádica, se llegan a
producir septicemias que producen áreas de necrosis en el aparato
digestivo, pulmones, hasta llegar al punto de producir la muerte del animal
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico clínico se basa en la observación de las lesiones en las
mucosas de los animales afectados. La confirmación de este diagnóstico se logra
mediante las pruebas de difusión en gel, fijación del complemento y la
identificación del virus, mediante microscopía electrónica (Radostis, et. al, 2002).
TRATAMIENTO
No existe un tratamiento
específico en contra del virus causante de ectima contagioso. Comúnmente se
retiran las costras y se aplican pomadas o lociones astringentes en las
lesiones, pero esto retrasa la curación en la mayoría de los casos (Radostis, et.
al, 2002).
CONTROL
Las medidas generales de aislamiento,
desinfección, y cuarentenaje de los animales, limitan la difusión de la
enfermedad, y reducen su incidencia en los rebaños, pero no impiden su
presentación en aquellos animales susceptibles a la enfermedad; a menos que
estos sean separados de los animales infectados (Smith, 2002; McGavin, et. al, 2001;
Trigo, 1998; McEntee,1990).
7.2.3 Vulvovaginitis
Necrótica
La vulvovaginitis necrótica es una inflamación diftérica profunda de la
mucosa vulvar y vaginal, a causa de una infección con Fusobacterium
necrophorum..
EPIDEMIOLOGÍA
Entre las factores predisponentes de esta patología se encuentran: la
presentación de un parto distócico, y la mala aplicación de maniobras
obstétricas para corregirlo, además de la laceración y/o abrasión perineal, y la fístula rectovaginal. Estos traumatismos producen el desgarro, la hemorragia, y necrosis por
presión, del epitelio vaginal y/o vulvar (actuando de forma sencilla o
combinada), que al infectarse con F. necrophorum, producen la
vulvovaginitis necrótica.
Este tipo de vaginitis necrótica es muy frecuente en las novillas de
primer parto, y tiende a producir signos clínicos a los 2 a 10 días siguientes
al parto distócico, y predispone a la presentación de un enfisema fetal en la
hembra.
Además la fertilidad de aquellas
hembras que padecieron una vulvovaginitis necrótica puede resultar afectada,
debido a las secuelas que esta deja en su tracto reproductor caudal
(neumovagina, una “vulva volteada”, es decir que adopta
una posición horizontal en vez de vertical; estenosis vaginal, adherencias de
la mucosa vaginal, y urovagina). Todas estas patologías predisponen a una
vaginitis crónica, que hace muy difícil la concepción para aquellas hembras que
las presentan
(McGavin, et. al, 2001; Gibbons, et. al, 1984).
SIGNOS CLÍNICOS
Los signos clínicos de la vulvovaginitis necrótica son la presencia de
las lesiones (laceraciones, abrasiones) en la mucosa vulvar, un exudado vaginal
fétido, acompañado de tenesmo, sensibilidad pelviana, tumefacción e hinchazón
de la vulva, elevación de la cola, hasta llegar a observarse signos clínicos de tipo sistémico
(aumento de temperatura, aumento de las frecuencias cardiaca y respiratoria). El olor fétido que despide la vulva y la vagina lesionadas, puede
motivar al dueño o encargado, a sospechar de una metritis o de una retención de
placenta, como la causa del problema.
También se observa una vasculitis extensa con trombosis de las venas
uterinas, y que pueden llegar a extenderse hacia la vena cava.
LESIONES
La mucosa vaginal o vulvar se observa engrosada, plegada, con grandes
porciones frágiles, necróticas, ulceradas, de superficie desgarrada y oscura,
cubiertas por un exudado amarillento. Este exudado inflamatorio en la luz de la
vagina y la vulva es escaso, aunque puede contener remanentes placentarios y
carunculares necróticos.
Estas lesiones necróticas, se encuentran separadas del tejido viable
mediante una zona de hiperemia intensa, además de presentar un estrato de
tejido de granulación firme que sustituye a la capa muscular de la vagina y la
vulva.
Las lesiones microscópicas consisten en zonas de necrosis seca de tipo
coagulativa en la vulva y/o la vagina, rodeadas de un infiltrado leucocitario
de mayoría polimorfonuclear, y bandas de fibrina, todo esto delimitado del
tejido viable circundante, por una zona estrecha, roja, de hiperemia intensa
(Rebhun, 1995; Jubb, et. al, 1985).
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico se establece
mediante la observación de las lesiones en la vagina y la vulva, la palpación rectal y la vaginoscopia.
TRATAMIENTO
El tratamiento se deberá aplicar durante la primera semana siguiente al
parto, iniciándose con la limpieza del área perineal y de la vulva, seguida
por un examen vaginal manual o con espéculo. La limpieza cuidadosa de la vagina
con desinfectantes suaves acompañada de la aplicación de un antiséptico oleoso
o de pomadas de antibióticos, y lubricantes para impedir la formación de
adherencias en la vagina o la vulva. En caso de presentarse, estas adherencias
fibrinosas de las paredes de la mucosa pueden necesitar ser destruidas poco a
poco. Si existe una metritis concomitante, ésta también deberá ser tratada.
Cuando la vaginitis necrótica va acompañada de una inflamación pelviana
perivaginal o de fiebre, se deberán aplicar antibióticos por vía sistémica.
PREVENCIÓN Y PRONÓSTICO
La prevención de la vulvovaginitis
necrótica consiste en evitar o reducir el trauma a la vagina y la vulva,
aplicando de forma apropiada las maniobras obstétricas para la resolución de la
distocia, y tratando adecuadamente aquellas lesiones en la vagina y vulva.
El pronóstico es reservado, ya que la vulvovaginitis necrótica puede
llegar a ser fatal, ya sea por que la infección se torne crónica, y produzca
una infección sistémica; o debido al desarrollo de un enfisema fetal (McGavin, et.
al, 2001;
Rebhun, 1995; Jubb, et. al, 1985, Gibbons, et. al, 1984).
7.3 Neoplasias
7.3.1 Tumor Venéreo
Transmisible
El tumor venéreo transmisible (TVT) es una neoplasia que afecta
solamente al perro, convirtiéndose en la primera neoplasia en haber sido
trasplantada experimentalmente de un animal a otro. Algunos investigadores han
sugerido una posible causa viral, pero otros no han podido demostrar la
presencia de partículas de este tipo.
EPIDEMIOLOGÍA
Los perros callejeros jóvenes sirven regularmente como reservorio de la
neoplasia. Esta neoplasia se observa con más frecuencia en aquellos países con
climas templados, y sobre todo, en las grandes ciudades, con un alto número de
perros callejeros.
La transmisión del TVT se logra a partir del trasplante de las células
tumorales viables, ubicadas en la mucosa genital, en la mucosa genital
lesionada de un animal susceptible al mismo TVT, ocurriendo esto generalmente,
al momento del apareamiento.
También se han observado numerosas localizaciones extragenitales del
TVT en los animales afectados (con o sin afección de los órganos sexuales),
como son la piel, cara, cavidad oral, nasal e interior y contorno de los ojos.
Esto se debe a que regularmente los animales se suelen lamer y olfatear los
genitales externos, antes del apareamiento (Ettinger y Feldman, 2005; Feldman y Nelson,
2000; Trigo, 1998; McEntee,1990).
SIGNOS CLÍNICOS
El TVT se presenta una forma de nódulos solitarios o múltiples, irregulares (forma de “coliflor”, pero
también se han observado formas pedunculadas, nodulares, papilares o
multilobulares), de color gris o rosa-grisáceo, de consistencia friable, y que
pueden llegar a ulcerarse.
Los signos clínicos que se observan en aquellos animales afectados, son
la presencia de una secreción sanguinolenta en el pene o de la vulva, la protrusión
del tumor del área genital, y la constante lamedura de esta misma área, por
parte del animal afectado
En las hembras el TVT suele presentarse en la forma de un tumor solitario,
ubicado regularmente en los labios vulvares, vestíbulo y pared vaginal,
pudiendo llegar a observarse hasta en el cérvix y el cuerpo del útero. En el
macho, el TVT se encuentra regularmente en el pene y el prepucio.
Las metástasis son raras, y cuando se llegan a presentar, suelen
localizarse en los ganglios linfáticos inguinales superficiales e iliacos
externos. También se presentan esporádicamente en el hígado, bazo, cerebro y
pulmones. Las metástasis de tipo ocular o cerebral tienen mal pronóstico para
la supervivencia del animal.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico clínico se establece mediante la historia clínica y la
exploración física del animal, observando el tumor en la mucosa genital. Si se
realiza una biopsia de la neoplasia, el tejido puede fijarse en formol y luego
teñirse con hematoxilina y eosina. Sin embargo, se dice que fijación
distorsiona las células tumorales y dificulta el diagnóstico.
Al examen histopatológico, se observan grandes hojas homogéneas de
células redondas a ovales, grandes con nucléolos prominentes, citoplasma escaso
y múltiples vacuolas citoplasmáticas claras que a menudo están organizadas en
cadenas. Hay microvellosidades que conectan entre sí las células individuales,
lo que hace que éstas se adhieran en hojas.
El TVT puede confundirse en el estudio histológico con el histiocitoma,
el linfoma, el neuroblastoma y el sarcoma de células reticulares. El
procedimiento adicional para la confirmación del diagnóstico de TVT, sería el
“sembrado” de células tumorales a perros susceptibles (Root, 2005; Simpson, et. al,
2000; Allen, 1993; Jubb, et. al, 1985).
TRATAMIENTO
Antes de establecer un tratamiento contra TVT, se deberá tener en
cuanta la posible regresión espontánea que ocurre de manera natural. Si esto
ocurre, el crecimiento repetido del tumor es poco probable y estos perros que
remitieron son inmunes a todos los retos con células tumorales, excepto en
volúmenes muy grandes. Debido a que los veterinarios no pueden confiar en la
regresión espontánea de estos tumores, se intenta el tratamiento.
El tratamiento quimioterapéutico de elección es la aplicación de
sulfato de vincristina sola, o combinada (con ciclofosfamida y metotrexato). Si
la vincristina llegará a fracasar, se deberá considerar la aplicación de
doxorrubicina hasta eliminar el TVT.
La radioterapia también es
una terapia eficaz si se dispone de las instalaciones adecuadas. La cirugía no
se recomienda, ya que las recurrencias del TVT son frecuentes. Además, casi
ningún tumor es fácilmente extirpable, o bien requiere de una operación extensa
para eliminarlo (McGavin,
et. al, 2001; Sorribas, 2000; Loar, 1991; Dahme y
Weiss, 1984).
BUENOS DIAS, ME PARECE UN EXCELENTE SITIO, LOS TEMAS TRATADOS CON CLARIDAD HACEN DE ESTE SITIO QUE SEA INTERESANTE. SOY EL MEDICO VETERINARIO LEONARDO QUEVEDO Y LES COMENTO QUE ACTUALMENTE SE PRESENTA UN CASO DE INFLAMACION DE LA VULVA DE UNA BUFALA, CON ASPECTO EROSIVO DE LA MUCOSA DE ESTE ORGANO QUE DA EL ASPECTO DE QUEMADURA LO CUAL SE LO ATRIBUYO AL PASO DE LA ORINA SOBRE LA LESION. LA BUFALA SE ENCUENTRA CON MUCHO PUJO COMO SI LE COSTARA MUCHO ORINAR LO CUAL ME HACE PENSAR EN UN PROBLEMA DE OBSTRUCCIÓN PARCIAL DEL MEATO URINARIO EXTERNO DEBIDO A LA MISMA INFLAMACIÓN Y LESIONES DE LA MUCOSA DE LA VAGINA. REALICE LA PALPACION DE ESTE ANIMAL Y LA VEJIGA URINARIA ESTA REPLETA Y EN REALIDAD ORINA CON DIFICULTAD Y LA BUFALA ESTA ALREDEDOR DE 7 MESES DE GESTACION.
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