El sexo de un
animal se determina por: el sexo
genotípico (genético o cromosómico); el sexo gonadal (ovario o
testículo), que también caracteriza el sexo ductal; y por la conformación de
sus órganos genitales adicionales; y el sexo
fenotípico, el cual da las características externas del macho y la hembra.
Si el sexo de por lo menos uno de estos niveles difiere de los demás, el
resultado es un intersexo (McGavin, Carlton y Zachary, 2001; Jubb, Kennedy y
Palmer, 1985).
El sexo genotípico (cromosomático o genético) se establece
al momento de la fertilización del óvulo, y hace referencia a la estructura
genética de un individuo; en el cual el heterogamético XY se utiliza para
determinar al macho y el homogamético XX para determinar a la hembra. Los
cromosomas del sexo determinan si las gónadas embrionarias indiferenciadas se
desarrollarán en testículos u ovario; y por tanto, definirá el sexo gonadal y
por consiguiente el sexo fenotípico dado por su apariencia externa de macho o
de hembra (Feldman y Nelson, 2000).
El sexo gonadal se refiere al tipo de
gónadas que tiene el individuo, ya sea testículos u ovarios o en su caso una
mezcla de ambos (ovotestis), éste se
puede determinar de mejor manera mediante un estudio histológico de las gónadas
del individuo, lo que puede lograrse con muestras del tejido obtenidas por
biopsia (se debe tener cuidado si la muestra es de un testículo), aunque tal
vez haya casos en que se requiera valorar toda la gónada si se detectan
trastornos como un ovotestis. Con estos datos se puede establecer el sexo
fenotípico del animal al revisar tanto los genitales internos como los externos
del individuo, siendo necesario determinar:
1) Si la vulva o el
prepucio tienen la forma y la posición correcta.
2) si hay clítoris
o pene perfectamente diferenciados.
3) cuál es la
localización de la uretra.
4) Presencia de
glándulas sexuales accesorias del sexo contrario.
En el caso
específico de la perra se tiene que revisar si existe próstata o vagina con
aplasia segmentaria (Feldman y Nelson, 2000).
El sexo
fenotípico como su nombre lo indica solamente hace
referencia al aspecto externo general y característico del macho y de la hembra (Hafez
y Hafez, 2002; McEntee, 1990).
I. INTERSEXOS
La mayoría de los
autores concuerda en definir a los intersexos, como aquellos animales que
poseen características de género de ambos sexos, y por tanto son individuos que
pueden contener en sus gónadas combinaciones de tejido ovárico y testicular,
sin importar si estos son funcionales o no (Galina y Valencia, 2006; Martin y
Aitken, 2000; Trigo, 1998; Burke, 1986).
Estos estados intersexuales
incluyen aquellas malformaciones, de carácter congénito del aparato genital, de
modo que el género del individuo es ambiguo (hembra y macho). Este adjetivo
"intersexual" es un término genérico que incluye numerosos trastornos
tanto gonadales como estructurales del aparato reproductor y del fenotipo del
animal. Se ha presentado la intersexualidad con bastante frecuencia en cerdos,
perros y cabras, y en su mayoría los animales con estas alteraciones son
estériles y zootécnicamente indeseables (England, 2005; Simpson, England y Harvey, 2000; Smith y Sherman, 1994; Jubb,
Kennedy y Palmer, 1985).
Como ejemplos de
estos estados intersexuales en los animales domésticos están el freemartinismo
que se presenta en las novillas nacidas de un parto gemelar con un macho, y que
también se presenta en los equinos, ovinos, caprinos y porcinos; además de los
seudohermafroditas que se llegan a presentar en todas las especies domésticas (Feldman
y Nelson, 2000; Sorribas,
2000; Allen, 1993).
Los intersexos se
han clasificado en: hermafrodita verdadero y
seudohermafrodita.
Los hermafroditas
verdaderos son aquellos individuos que presentan tejido testicular y ovárico,
ya sea como gónadas separadas o como una sola gónada que combina ambos tejidos
(ovotestis) en el mismo animal (Galina
y Valencia, 2006; Hafez y Hafez,
2002; McGavin, Carlton y Zachary, 2001; Plonait y Bickhardt,
2001; Feldman y Nelson, 2000; Sorribas, 2000; Allen, 1993; Peters y Ball, 1991; McEntee, 1990;
Burke, 1986; Jubb, Kennedy y Palmer, 1985; Gibbons,
Catcott y Smithcors,
1984).
1.2. Seudohermafrodita
Los animales
considerados seudohermafroditas, son aquellos que presentan cromosomas y
gónadas de un género, pero que poseen órganos reproductores tubulares con
características del sexo opuesto, y se clasifican de acuerdo al tejido gonadal
presente. (Galina y Valencia,
2006; Root, 2005; McGavin, Carlton y
Zachary, 2001; Feldman y Nelson, 2000; Sorribas, 2000; Allen, 1993; Peters y Ball, 1991; McEntee, 1990; Burke, 1986; Jubb,
Kennedy y Palmer, 1985). (Ver imagen 1)
1.2.1 Seudohermafroditas macho
Los llamados
seudohermafroditas machos son aquellos individuos que presentan testículos como
gónadas, pero sus conductos genitales y sus genitales externos muestran grados
variables de características sexuales femeninas, que van desde la presencia de
hipospadias, en casos leves, hasta la feminización total de su tracto
reproductor.
Los agentes
causales de producir (en grados variables) este hermafroditismo masculino son
de tipo genético en la forma de defectos cromosómicos, y mutaciones genéticas.
Los defectos
cromosómicos más comunes, son el quimerismo XX/XY (es decir, individuos
afectados que presentan cariotipos con células XX y XY); el mosaiquismo XO/XY
(aquellos individuos con cariotipos con células XO y XY); y la translocación
del cromosoma Y (Glosario), ya sea a
un autosoma o a un cromosoma X (feminización testicular) (Galina y Valencia,
2006; Hafez y Hafez, 2002; Sorribas, 2000; McKinnon y Voss, 1993; Burke,
1986).
En el caso de la
mutación genética, esta provoca un bloqueo en la secreción de la testosterona
del testículo del feto macho, debido a una enzima defectuosa en la vía esteroidogénética (Glosario). Esto también provoca una deficiencia en la hormona anti-Müller,
o una incapacidad de las células de Leydig para responder a las gonadotropinas
endógenas.
Esta deficiencia
enzimática en la biosíntesis de la testosterona pueden causar una
masculinización incompleta de los genitales externos, además de concentraciones
bajas de la testosterona plasmática e insuficiencia de glucocorticoides o
mineralocorticoides. En el caso de la deficiencia de la hormona anti-Müller, o
una incapacidad de las células de Leydig que las hace refractarias a las
gonadotropinas endógenas, ambas anomalías permiten el desarrollo del tracto
reproductor femenino, ya que son las encargadas de inhibir su desarrollo.
Los individuos seudohermafroditas
machos suelen presentar por lo regular, criptorquidia, uno o ambos testículos
descendidos en su escroto, además de un útero hipoplásico, u oviductos
persistentes. También pueden sufrir de tumores de células de Sertoli, piómetra
o mucómetra. En el caso de que los
animales que presenten uno o los 2 testículos descendidos en su escroto, estos
suelen ser fecundos o subfecundos, y su tratamiento se basa en la exéresis
quirúrgica de los tejidos reproductores
(Root, 2005; Feldman y Nelson, 2000; Allen, 1993; McEntee, 1990; Jubb, Kennedy y Palmer, 1985).
1.2.2 Seudohermafrodita hembra.
En el caso de los
seudohermafroditas femeninos estos animales presentan ovarios, y sus conductos
gonadales son de tipo femenino, pero también presentan cierto gradpo de
masculinización en su seno urogenital, en sus genitales externos, y una
conformación muscular como si fueran machos. Estos seudohermafroditas hembras
son menos comunes en los animales de granja que los seudohermafroditas machos.
Algunos de los
factores etiológicos genéticos de los seudohermafroditas hembras son la monosomía
del cromosoma sexual (por ejemplo, XO o un síndrome similar al de Turner (Glosario),
debidos a la acción de un gen autosómico recesivo; y por la mutación genética
que interfiere con la influencia hormonal en el desarrollo del tracto
reproductivo femenino (Hafez y Hafez,
2002; Jubb, Kennedy y Palmer, 1985).
Estos animales
seudohermafroditas hembras pueden presentar un crecimiento de su clítoris que
va de leve a intenso, o genitales externos masculinos casi normales. Si el
animal presenta pene, este suele ser hipoplásico y su prepucio simula una
vulva.
Algunos casos
presentan una vagina craneal (aplasia segmentaria) y un útero con hipoplasia o
aplasia segmentaria. El tratamiento para estos animales incluye la
ovariohisterectomía (Galina y Valencia, 2006; Feldman y Nelson, 2000).
En cabras el
seudohermafroditismo es hereditario, mostrando cerca del 100% de incidencia, en
aquellos animales sin cuernos, siendo esta característica, un carácter recesivo
transmitido a través de los padres heterocigotos. Siendo más frecuentes los
animales seudohermafroditas machos con un cariotipo de hembra, que los animales
seudohermafroditas hembras.
Los genitales
externos de los animales seudohermafroditas caprinos varían de una hembra
aparentemente normal a un macho aparentemente normal. La anomalía no es
perceptible en una edad temprana en algunos individuos. Cuando estos animales
llegan a los 19 días de edad se observan animales que presentan: ovotestis,
aplasia de los tubos uterinos en grados variables, un cuerno uterino, y órganos
reproductores internos masculinos.
Los individuos con
aspecto externo de hembra presentan testículos, vulvas bulbosas y grados
variables de agrandamiento del clítoris llegando a proyectarse de manera
prominente fuera de la comisura vulvar, dándole el aspecto de un pene pequeño.
Además todas las “hembras” por su aspecto externo presentaban vesículas
seminales. En el caso de los animales con aspecto de macho, estos presentan
grados variables de malformación del pene que va de un aspecto de clítoris, pasando
por parecer un pene bulboso a un pene corto; el hipospadias estaba presente en
varios casos, además de monorquidismo y los menos afectados presentaban sus 2
testículos descendidos en el escroto. Todos tenían vesículas seminales y algún
grado de desarrollo uterino (Smith y Sherman, 1994).
También se ha
informado de la presencia de un tumor testicular en una cabra seudohermafrodita
macho. Este animal presentaba criptorquidismo bilateral con sus epidídimos bien
desarrollados, además de unos cuernos uterinos bien desarrollados, un cuerpo
uterino, un cérvix pequeño, vagina, vestíbulo y un clítoris agrandado. Además
se observaba un tumor pequeño, encapsulado en el testículo derecho, que era
difícil de identificar y que
probablemente era una neoplasia de células de Leydig (McEntee, 1990).
Seudohermafroditas en Suinos.
En el caso de los
cerdos, se ha mencionado que se presenta de manera más frecuente el
seudohermafrodita macho que el de hembras (muy raro), y que son pocos los
hermafroditas verdaderos entre los mismos cerdos. Además todos los cerdos
seudohermafroditas machos se habían clasificado como hembras genéticas en base
a su cromatina.
Los testículos de
estos cerdos seudohermafroditas machos son hipoplásicos y permanecen dentro de
la cavidad abdominal, y sus túbulos seminíferos sólo están rayados por células
sustentaculares. También se ha informado de la presencia de células germinales
en estos testículos, además de presentar la glándula bulbouretral, próstata y
glándulas vesiculares.
Esto se ve
reflejado en el olor característico del macho "siendo más evidente y
significante cuando las glándulas sexuales secundarias están presentes en el
animal". Esta masculinización del tracto genital se relaciona de manera
directa con la cantidad de tejido testicular presente en el animal. (McEntee,
1990).
Seudohermafrodita en Ovejas.
En el caso de la oveja, se han reportado de
forma muy esporádica, casos de animales seudohermafroditas machos. En el caso
de un animal seudohermafrodita macho de la raza Romney, este presentaban un
cariotipo XY, siendo además, un co-gemelo de un cordero hembra fecundo.
Este animal
seudohermafrodita macho presentaba una vulva pero sin clítoris, su vagina era
corta y sin ningún desarrollo uterino; sus testículos eran relativamente
grandes, y se conservaban dentro de la cavidad abdominal; sus epidídimos se
desarrollaron parcialmente y su conducto deferente se extendió desde cada
testículo acabando en la línea media casi. Ningún otro órgano sexual adicional
estaba presente (McEntee, 1990).
Seudohermafrodita
en Perros.
La causa del
seudohermafroditismo en los perros es una deficiencia de la hormona
anti-Müller, que es la encargada de inhibir el desarrollo de los órganos
tubulares del tracto reproductor femenino; o porque las células blanco (de
Leydig) son refractarias a ésta hormona (Feldman y Nelson, 2000).
También se puede
presentar el seudohermafroditismo de manera inducida por la administración de
andrógenos en las perras gestantes, alterando el desarrollo embriogénico de sus
fetos hembras. Las fuentes de estos andrógenos incluyen algunas combinaciones
de vitaminas y hormonas, como la progesterona y preparados androgénicos
utilizados para suprimir el estro en algunas hembras (McEntee, 1990).
También se ha
observado una mayor incidencia de seudohermafroditismo en las razas Cocker
Spaniels y sabuesos, aunque recientemente se han reportado más casos de
seudohermafroditismo en perros Schnauzers miniatura, con la particularidad de
que la apariencia externa es femenina en los Cocker spaniels, y masculina en
los Schnauzers Miniatura.
La mayoría de los
seudohermafroditas hembras en los Cocker spaniels presentan cromosomas sexuales
XX, y ovarios funcionales, considerándose como hembras normales cuando son
jóvenes, pero se empieza a dudar de su sexo, cuando maduran, ya que adoptan un
aspecto externo masculinizado, y algunos de estas perras, asumen una postura de
macho al orinar.
Muchos de estos
perros seudohermafroditas hembras presentan un crecimiento clitorídeo de leve a
intenso, o genitales externos masculinos casi normales, como un pene
hipoplásico y un prepucio simular a una vulva. El útero de estos
seudohermafroditas hembras, sufre hiperplasia quística estrogénica, produciendo
una mucometra que corre el riesgo de transformarse en una piómetra.
Los perros
seudohermafroditas hembras frecuentemente desarrollan urovagina (estasis
urinario en vagina proximal), o una incontinencia urinaria sensible a los
estrógenos.
En el caso de los
perros Schnauzers Miniatura, estos son machos geno y fenotípicamente hablando,
que normalmente presentan criptorquidia (aunque en algunos casos llegan a
descender a la región hipodérmica del hijar) (McEntee, 1990).
Estos
seudohermafroditas machos presentan testículos, epididimos, ductos deferentes,
próstata, pene, una vagina craneal y útero bien desarrollados; además de
manifestar signos clínicos de hiperestrogenismo, como la atracción de otros
perros machos, alopecia y ginecomastia, asociadas con la presencia de un tumor
de células sustentaculares funcionales.
También se ha encontrado como un hallazgo común en el
pseudohermafroditismo canino sea macho o hembra, la presencia de anormalidades
en la vejiga o uretra (o ambos) del animal. El tratamiento para estos perros
seudohermafroditas sean machos o hembras es la castración (Feldman y Nelson, 2000; Root, 2005; Sorribas, 2000; Allen, 1993; Burke, 1986).
En el caso de los
bovinos es muy frecuente la alteración del tracto reproductor de la hembra como
consecuencia del síndrome de freemartin o como resultado genético en las
novillas de razas de pelo blanco, como la Belgian blue y la Shorthorn ; sin embargo
se han presentado casos de pseudohermafroditismo macho de forma más frecuente
en los bovinos. De los casos reportados se estudiaron los cariotipos de 4
seudohermafroditas machos bovinos encontrándose: un animal con cariotipo de macho, 2 animales quimeras
de XX/XY y el cuarto animal se diagnóstico como XX / X? (McEntee, 1990).
En el caso de los
seudohermafroditas bovinos estos sufren de una inversión sexual, ya que estos
individuos presentan un cariotipo femenino normal XX, pero presentan testículos
y un tracto reproductor masculino. Estos animales presentan un gen autosómico
(esto es, que no esta en el cromosoma Y ni en el X) que es el que produce la
masculinización del tracto reproductor al funcionar como un cromosoma Y, y
estos animales con inversión sexual se pueden distinguir de los Freemartin por
la ausencia de un quimerismo sanguíneo.
Los bovinos reportados como seudohermafroditas masculinos presentaban
ampollas y vesículas seminales rudimentarias. Tanto los bovinos como los
equinos que carecen de receptores androgénicos presentan glándulas mamarias
femeninas normalmente conformadas, siendo los equinos, la única especie en la que
los individuos afectados manifiestan patrones de comportamiento masculino.
Este síndrome de seudohermafroditismo macho puede diferenciarse de
otros por medio de la evaluación de los receptores androgénicos de las
células, mediante cultivos de fibroblastos cutáneos tomados de la piel de los
genitales externos. Es importante además utilizarse tejido labial, porque la
actividad de los receptores se reduce marcadamente en la piel de regiones no
genitales. Luego de que las células cultivadas son expuestas a la testosterona
o la dihidrotestosterona marcada con isótopos, y se determina la afinidad
específica por ligarse con las células.
Este
seudohermafroditismo en la vaca, causa la virilización de las glándulas suprarrenales
produciendo una hipertrofia glandular, en otros casos, la vaca afectada muestra
signos clínicos indicativos de ninfomanía.
También existen
ocasiones en la que los cuadros degenerativos ováricos como son los quistes
foliculares o la neoplasia de las células de la granulosa, pueden generar en la
hembra una masculinización fenotípica (externa) (McEntee, 1990; Jubb, Kennedy y Palmer, 1985).
El pseudohermafrodita
masculino es la presentación más común de seudohermafroditismo en los equinos,
observándose testículos y un cariotipo 64 XX. Los seudohermafroditas machos
equinos presentan genitales externos femeninos de apariencia normal. Su vagina
termina en un saco ciego, sin presentar cérvix, ni útero, ni oviductos. Sus
gónadas son pequeñas y claramente de aspecto testicular, pero se sitúan donde
deberían estar normalmente los ovarios.
Los túbulos
seminíferos son pequeños y rodeados de células de Sertoli inactivas. Puede
hallarse alguna espermatogonia, pero no hay espermatogénesis, además de
observarse células de Leydig bien diferenciadas en posición cercana a los túbulos seminíferos. Los
equinos afectados no poseen glándulas sexuales accesorias detectables.
En los casos raros
de seudohermafroditas hembras en los equinos, estos presentan una vulva que
cambia de sitio hacia lo ventral de su zona perineal, con grados variables de
agrandamiento del clítoris llegando al grado de parecer este, como un pene
corto. Las anomalías de desarrollo de la vagina anterior, cérvix y el útero de
la yegua son el resultado de inhibición parcial o completa de los conductos de
Müller. Estas anomalías son raras en la yegua, pero parecen frecuentemente
ocurrir más en la cérvix que en la vagina o el útero (McKinnon y Voss, 1993). Fotografia.
Los animales
freemartin son aquellas hembras gemelas de un macho producto de una gestación
gemelar. La presentación del freemartinismo se debe al desarrollo de
anastomosis de las circulaciones corionicas entre los días 30 y 50 de la
gestación entre las placentas de ambos fetos, coincidiendo con la fase
sensitiva de la organogénesis reproductiva, ya que esta anastomosis proporciona
una base física para el intercambio de precursores celulares sanguíneos y
hormonas entre ambos fetos. El síndrome freemartin por lo general se refiere al
ganado bovino, pero también se ha
descrito en cabras, ovejas y cerdos.
Existen varias
teorías que intentan explicar el freemartinismo en los animales. La teoría
hormonal, plantea que las hormonas del feto macho alcanzan a su gemela a través
de la anastomosis vascular entre las placentas, causando la masculinización de
la gónada femenina. Sin embargo, han fracasado los intentos de inducir el freemartinismo
de forma experimental (Galina y Valencia, 2006; Smith, 2002; Robinson y Huxtable, 1993).
La teoría celular
se basa en el intercambio de células formadoras de sangre y germinales entre
ambos fetos. Como resultado de dicho intercambio, ocurre una tipificación
antigénica eritrocitaria idéntica entre ambos gemelos, y el quimerismo de
cromosomas sexuales (60, XX/ XY) que aparece en los leucocitos mononucleares en
la sangre periférica.
Otra teoría establece que la gónada de un freemartin es debida a la
presencia del antígeno H-Y secretado por el cromosoma Y del feto macho. El
antígeno H-Y se sintetiza en los
testículos, se distribuye por la sangre, a través de las anastómosis vasculares,
a las células efectoras del ovario del feto hembra. Cuando la concentración del
antígeno H-Y alcanza un umbral crítico, inhibe la diferenciación del ovario (Hafez
y Hafez, 2002; McGavin, Carlton y Zachary,
2001; McEntee, 1990).
1.2.3.1.
Freemartinismo en Bovinos.
El freemartinismo
en bovinos se explica, al observarse que la diferenciación testicular ocurre
alrededor del día 40, en el macho, y la fase inicial de la inhibición del
tracto reproductor de la hembra comienza alrededor del día 50, seguida de otra
fase de masculinización que puede comenzar, tan pronto como, el día 75. Cuanto
más temprano ocurra la anastomosis, mayor será el grado de masculinización en
la compañera gemelar.
La becerra
freemartin presentará una conformación muscular de un macho, con cuello ancho,
pero presentará hipoplasia vaginal y vulvar, con un clítoris agrandado e himen
persistente; además de que nunca entrará en estro y nunca quedará gestante. El
resto de su aparato genital puede variar desde presentar vestigios de los
conductos derivados del sistema de Müller (es decir un tracto reproductor
hipoplásico) a presentar oviductos, útero, y vagina bien desarrollados. Las
vesículas seminales vestigiales están siempre presentes y la comunicación entre
útero y vagina no existe a falta de un cérvix que los comunique. Todas estas
alteraciones están sujetas al grado de diferenciación sexual, si esta es mayor
hacia el sentido masculino, más se desarrollarán los derivados de los conductos
del sistema de Wolff (McGavin, Carlton y Zachary, 2001; Robinson y Huxtable,
1993; McEntee, 1990).
Los ovarios son de carácter vestigial siempre presentes, a menudo
conteniendo túbulos seminíferos estériles rodeados por células de Leydig y de
contener abundante tejido intersticial, que le da un color anaranjado, que
podría confundirlo con un cuerpo lúteo o restos de él. Muchos freemartins
presentan un pliegue prominente de piel en la línea media del cuerpo, que se
extiende desde la zona ventral de la vulva, hasta llegara a la área
cercana al ombligo, además de que su glándula mamaria no se desarrollará
normalmente. El freemartinismo también se produce en gestaciones triples,
cuádruples y quíntuples.
El
freemartinismo puede ser diagnosticado por la presencia de cromatina sexual en
la hermana del macho, en el caso de gemelos heterosexuales. También se han
reportado la posible presentación de freemartinismo en nacimientos únicos, a
consecuencia de la muerte del feto macho, después de haberse establecido la
anastómosis vascular de las placentas; pudiendo haber comenzado la gestación
con 2 embriones gemelos. El freemartinismo en terneras hembra, nacidas únicas,
puede haber sido producido por la transferencia de embriones múltiple (Gordon, 1996).
El efecto de la
asociación entre los fetos es mínimo para el feto macho (Ayala, Villagómez y
Schweminski, 2000; Peters y Ball, 1991; Gibbons,
Catcott y Smithcors, 1984).
Aunque es posible la presentación de freemartinismo en las ovejas, la
condición es rara, a pesar de la alta incidencia de nacimientos gemelares;
presentándose solamente en el 1% de las gestaciones gemelares heterosexuales,
debido a la poca frecuencia con que se desarrollan anastomosis vasculares
interplacentarias. La condición se puede confirmar por la determinación de
quimerismo de las células sanguíneas. Todas las ovejas
presentaban genitales externos característicos de una hembra con agrandamiento
de su clítoris; y sus gónadas eran similares a las del freemartin bovino.
También se observo un desarrollo uterino parcial del tracto reproductor (Smith,
2002; McEntee, 1990).
1.2.3.3 Freemartinismo en Caprinos
Igual que las ovejas y a pesar de que los partos gemelares son comunes
en las cabras, el freemartinismo es poco común; también debido a que la
anastomosis vascular de las placentas es infrecuente, o que ocurre después del
período crítico para la diferenciación sexual. Los freemartins caprinos abarcan
aproximadamente el 6% de los animales intersexos (McEntee, 1990).
Se conoce de un
solo caso del freemartinismo en las cabras, un animal de la raza Saanen gemela
de un macho, que presento un cariotipo quimérico hematopoyético. Las gónadas de
este animal se localizaron en la región inguinal, parecidos a testículos
hipoplásicos, mientras presentaba un útero aproximadamente de un tercio del
tamaño normal. También presentaba una vulva, un clítoris grande, epididimo y
glándulas vesiculares, pero sin ningún desarrollo de los conductos derivados
del paramesonefrico (Smith, 2002; Smith y Sherman, 1994).
En el caso del
cerdo, se ha demostrado la existencia de grandes anastomosis entre los sacos
coriónicos, y se han demostrado casos de freemartinismo. Sin embargo, debido al
gran tamaño de las camadas en esta especie, es difícil identificar al vecino de
los lechones intersexuales, y la condición no ha sido demostrada en muchos
casos.
En los pocos casos
de que se tiene registro, se observaron que las gónadas habían descendido hacia
la región inguinal, pero no había un escroto presente, además de que
presentaron una vulva que se agrandó ligeramente en su comisura ventral. Las
gónadas presentes eran pequeñas y al examen histológico mostraban
características de testículos. También se encontraban presentes ambos
epidídimos (relativamente grandes), y las glándulas vesiculares, pero los
derivados del conducto paramesonefrico no se habían desarrollado. Todo esto se
pensó era evidencia sugestiva, más no conclusiva, de que los animales eran
freemartin (McEntee, 1990).
1.2.4 “Novillas
blancas”
La enfermedad de
las novillas blancas o la aplasia segmentaria de los conductos derivados del
conducto del sistema de Müller se presenta de manera esporádica en el ganado
bovino, y debe su peculiar nombre por la particularidad de presentarse de manera más frecuente en animales de color
blanco; todo esto debido a que es una malformación genética relacionada con un
gen de tipo recesivo coincidente con este color. Las razas que presentan de
manera más frecuente su capa de color blanco son la Belgian blue y la Shorthorn.
La aplasia se
caracteriza por el fracaso de los conductos de Müller para establecer una
conexión apropiada con el seno urogenital, además de la presencia de un himen
imperforado que evita el drenaje de las secreciones endometriales. En la mayoría de los casos, los
órganos más craneales del tracto genital son los que presentan de manera más
frecuente esta aplasia segmentaria (ovarios, tubos uterinos, y porción craneal
de los cuernos uterinos). El grado de la aplasia puede llegar a ser desde una
falta de comunicación entre los órganos del tracto reproductor, hasta la ausencia casi completa de órganos
del tracto, además de presentar la acumulación de secreciones uterinas, debido
a que el drenaje normal a través del cérvix es imposible (Galina y Valencia, 2006;
McGavin, Carlton y Zachary, 2001).
Además de los defectos anteriores, puede estar presente un himen
persistente de poca importancia clínica. Sin embargo, si
la membrana de este himen es completamente imperforada, la vagina, el cérvix y
los cuernos del útero retendrán sus secreciones normales en su interior,
corriendo el riesgo de infectarse y desarrollar una piómetra, por ser este
fluido un medio de cultivo microbiano potencial.
La aplasia segmentaria se relaciona
con una historia de anestro por parte de la hembra afectada, ya que la
acumulación de fluido en el interior de los cuernos uterinos interfiere con la
liberación de PGF2 alfa y por tanto con la lúteolisis. La historia clínica
implica infertilidad en la hembra o dificultad para llevar a cabo la
inseminación artificial. A la palpación rectal, la aplasia puede ser reconocida
por el reconocimiento de la falta de órganos en el tracto reproductor, o se
pueden apreciar los cuernos uterinos llenos de fluido, sugiriendo la
posibilidad de estar gestante, de lo cual deben ser diferenciados al momento de
la palpación, para evitar confusiones al momento del diagnóstico (Smith, 2002; Peters y Ball, 1991; Gibbons, Catcott y Smithcors, 1984).
1.2.5 Feminización testicular.
Esta patología se
define como el nacimiento de un macho genéticamente hablando, que presenta un
fenotipo externo femenino (ubres, genitales externos rudimentarios), pero que
además presenta conductos genitales masculinos y testículos intraabdominales.
Esta anomalía se presenta a consecuencia de un gen recesivo ligado al cromosoma
X, y que resulta en una falla de los órganos blanco del sistema de conductos de
Wolff para responder a la testosterona.
Esta “hembra”
fenotípica, no muestra signos de estro, y aunque los testículos no descendidos
secretan andrógenos, las glándulas sexuales accesorias y la piel de la región
genital no responden a esta debido a que los órganos blanco no son capaces de
convertir a la testosterona en dihidroxitestosterona. Ya que este trastorno
está ligado al sexo, y se hereda por la madre es aconsejable desechar al animal (Hafez y Hafez, 2002).
Se tiene conocimiento
de un caso de feminización testicular en una vaquilla Ayrshire Este animal
presentaba una vulva y un vestíbulo vaginal bien desarrollado pero ningún otro
órgano reproductor femenino adicional. Los testículos estaban en la cavidad
abdominal, pesando 54 g
cada uno, compuestos por túbulos seminíferos, lineados por células
sustentaculares estratificadas, y por numerosas células intersticiales bien
diferenciadas. Las áreas focales de proliferación de las células intersticiales
ocurrieron en gónadas y podrían interpretarse como hiperplasia o una neoplasia
temprana (McEntee, 1990).
1.2.6 Inversión Sexual
La inversión sexual
se define como una anomalía genética reproductiva, en la cual los animales
afectados presentan un genotipo femenino normal (XX), pero su sexo gonadal y su
fenotipo no concuerda con este mismo genotipo, es decir, presentan testículos u
ovotestis, y un tracto reproductor masculino desarrollado completa o
parcialmente.
Esta anomalía
genética se presenta con mayor frecuencia en las cabras (sin cuernos), los
perros y los cerdos. La causa de esta afectación en las 3 especies, se
relaciona con la presentación de un gene autosómico recesivo (es decir, un gene
que no esta presente en el cromosoma Y, ni en el X) y que produce la
masculinización de las gonadas y del tracto reproductor, al actuar como un
cromosoma Y. También se han reportado inversiones del sexo parciales o
completas en otras especies, como en los caballos y en una llama.
En los caprinos,
esta anomalía se ha estudiado con más detalle en las razas sin cuernos, ya que
se ha relacionado la presencia del gene autosómico recesivo que actúa como
cromosoma Y, con el mismo gene que determina la ausencia de cuernos en los
animales (Smith y Sherman, 1994; McEntee, 1990; Jubb, Kennedy y Palmer, 1985).
Las cabras que
presentan una inversión sexual, se observan con un aspecto físico levemente
masculinizado, con un leve agrandamiento del clítoris, con sus testículos u
ovotestis que se encuentran dentro de la cavidad abdominal, con la presencia de glándulas vesiculares y
con algún grado de desarrollo uterino. En los casos más severos, las cabras
parecerán machos normales, pero presentarán diferentes grados de malformación
del pene, que van desde un clítoris agrandado, e hipospadias, hasta un pene
bien formado pero muy corto; además de que serán estériles.
El aspecto
fenotípico de estos animales estará en correlación con el grado de desarrollo
de los órganos reproductores interiores, es decir, mientras más desarrollado
este el tracto reproductor masculino, más machos van ha parecer, y viceversa.
En los caninos, la
raza en la que se presenta con mayor frecuencia la inversión sexual, es el
Cocker spaniel americano, en la cual se han estudiado ha varias familias de
animales en las que se han presentado machos fenotípicos con cariotipo XX, y
hermafroditas verdaderos con cariotipo XX (Root, 2005).
El tejido
testicular que se encuentra presente en las gónadas de estos “machos” con
cariotipo XX, como de los hermafroditas verdaderos con cariotipo XX, carecen de
células germinales, y además presentan diferentes grados de malformaciones del
pene, que van desde una hipoplasia, hasta el desarrollo de una curvatura
anormal del mismo pene. Algunos de los perros hermafroditas verdaderos llegan a
presentar tejido ovárico funcional y hasta han llegado a tener descendencia.
Esta inversión
sexual también se ha reportado que afecta a otras razas como el beagle, el pug,
el kerry blue terrier, el weimaraner, elkhound noruego y el pointer alemán de
pelo corto (Feldman y Nelson, 2000; Allen, 1993).
La inversión sexual
también es común en los cerdos, pero con la diferencia de que el efecto
masculinizante del gene autosómico recesivo es incompleto sobre sus gónadas y
sobre su tracto reproductor. A causa de esto se observa frecuentemente en los
animales afectados, el desarrollo de testículos hipoplásicos, atrapados dentro
de su cavidad abdominal, y la presencia en ciertos grados de desarrollo, de las
glándulas sexuales accesorias del macho (glándulas bulbouretral, vesiculares y
próstata); o la presencia de ovotestis, donde el tejido testicular se encuentra
en mayor cantidad, pero carece de células germinales; y que el tejido ovárico
es más activo, ya que se han llegado a reportar ovulaciones y hasta gestaciones
en algunos animales que presentan la inversión sexual.
Normalmente estos
cerdos afectados desarrollan adecuadamente un útero, un cérvix, y una vagina;
pero presentan un clítoris agrandado y una vulva con apariencia de anzuelo que
es de ayuda para el diagnóstico clínico. La orina es eliminada en forma de
borbotones ascendentes, y conforme la “cerda” va creciendo, se va acumulando un
fluido transparente dentro del útero, predisponiendo al animal a una piómetra (McEntee, 1990).
Esta anomalía de la
inversión sexual puede diferenciarse del freemartinismo demostrando que los
animales afectados no presentan quimerismo sanguíneo. (McGavin, Carlton y Zachary,
2001; Trigo, 1998; Jubb, Kennedy y Palmer, 1985).
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